2009/08/16

El Señor, el Niño y el Burro

No se si a ustedes les tocó cuando estaban en primaria, pero en uno de mis libros de lecturas (no recuerdo de que grado) venía una lección con este nombre. Googleandola, la encontré, así que para los que no la conozcan o no la recuerden, la pueden leer aquí, o también esta otra versión en verso que encontré.

Desde que la leí en la primaria se me quedó muy grabada, y a través de mi vida de vez en cuando me he sentido identificado con la situación, aunque un poco mas en recientes fechas

No en pocas ocasiones se me ha considerado una persona rebelde o fuera del promedio. Y es que, por ejemplo, en el aspecto profesional, elegí un camino que pocos han tomado, persiguiendo metas que menos aun se han atrevido a aspirar, aun y cuando las circunstancias no precisamente lo facilitan, por lo que se requiere un esfuerzo adicional. Yo mismo suelo creer que soy una persona a quien no le importa el ‘que dirán’, que está dispuesto a cuestionar las costumbres, tradiciones, normas sociales e incluso las leyes y a actuar de maneras socialmente inaceptables o políticamente incorrectas a menos que haya razones de peso para no hacerlo. Suelo pensar que los comentarios y opiniones de ‘la gente’ son irrelevantes porque la mayoría habla acerca de la vida de los demás con demasiada ligereza, criticando lo que otros hacen aun cuando no sepan el porque o sea algo que no les afecta ni les debería importar. Creo que en el fondo, es a esta clase de comentarios a los que hace referencia la lectura. Peor aun cuando alguien te da un consejo con tanta facilidad y seguridad que se atreve a echarte en cara cuando no le haces caso, pero luego te das cuenta que ese consejo está vacío, porque quien te lo dijo no sabe nada al respecto de lo que tu haces o de lo que te está aconsejando, nunca se atrevería a elegir el camino que tomaste y no aplica esa clase de consejos para si mismo.

Sin embargo, me he dado cuenta que no siempre me es fácil simplemente ignorar los comentarios de otros, por ejemplo, cuando estos provienen de personas cercanas, quienes por lo regular, opinarán con la mejor de las intenciones. Más aun, la situación se vuelve complicada cuando nuestras decisiones y acciones involucran y afectan a alguien que nos importa.

Cada quien es distinto, cada quien tiene sus prioridades y circunstancias únicas. El que alguien nos quiera no significa necesariamente que sepa lo que nos conviene. Tal vez cree saberlo, porque a esa persona le funcionó, pero no somos iguales así que no necesariamente funcionará en nuestro caso. Tal vez sus emociones y sentimientos los haga insistir en algo que nosotros sabemos que no nos aplica. Tal vez funcione bajo el esquema o para el propósito que esa persona tenga en mente, pero para lo que nosotros buscamos o perseguimos en nuestra vida tal vez no. En fin, son muchos factores por los que un consejo o comentario sincero puede no ser adecuado.

No estoy seguro si recibo más consejos que antes, pero tengo esa impresión, y de hecho, mas que consejos los siento muchas veces como críticas e incluso regaños, aunque no sea así. Suelo interpretar mucho de lo que me dice como: “estás haciendo las cosas mal” y no puedo evitar sentir cierta presión por acceder a esas observaciones o de encontrar una respuesta satisfactoria para cuando decido no hacerlo. Como si no fuera suficiente decir “es que no quiero, y ya. Yo sé lo que hago”… A veces, simplemente es pesado escuchar opiniones en una dirección y en otra, y no puedo evitar sentir cierto ‘jaloneo’: Que si debo ser paciente ante ciertas situaciones o que las tolero de más, que si soy muy impulsivo o por el contrario, peco de pasividad. Que si hago las cosas al aventón o si soy demasiado perfeccionista. De si debería gustarme, preferir y/o darle mas importancia a ‘x’ cosa en lugar de ‘y’… incluso de si le hago mucho caso o le doy mucho de mí a los demás o si no los escucho suficiente y soy demasiado egoísta… no importa que decida, siempre hay alguien que opina que debo ser mas de cierta manera, pero a la vez, también quien dice que lo soy demasiado.

No sé hasta que punto sea normal o no, pero siento cierta necesidad de complicidad. Cada vez me cuesta mas trabajo sentir entusiasmo por las cosas y a veces es más difícil mantenerlo cuando escucho a alguien decir algo opuesto a lo que siento en el momento. Espero nunca hacer las cosas solo para darles gusto a otros, porque de entrada, sé que nunca lo lograría, pero a veces si me gustaría un poco mas de aprobación. No digo que nunca la reciba, solo que si llega a ser pesado nadar constantemente contra corriente y sentir que nadie o casi nadie comprende aquello de lo que estoy convencido, incluso cosas que me parecen obvias y tal vez por eso siento necesitar un poco mas de empatía o descanso para compensar la situación.

Lo peor del caso, es que no me acosan todo el día diciendo “haz esto” o “deberías hacerlo así”, sino que llegué al punto en el que me he predispuesto y empiezo a pensar en lo que creo que los demás esperan que haga o en lo que van a opinar de lo que estoy diciendo y empiezo a construir con antelación mi respuesta (¿justificaciones?) ante posibles cuestionamientos. Supongo que es un tipo de paranoia.

Ahora bien, también es cierto que en el fondo, a quien tenemos que convencer es a nosotros mismos, lo cual significa que seguramente es uno mismo el que no está muy seguro de ciertas cosas. Si alguien dijera: “Deberías comprar esa camisa anaranjada” pero resulta que no me gustan las camisas y el anaranjado me desagrada, entonces no hay conflicto. No la compro y ya… pero el problema es cuando están en juego diferentes cosas que si queremos.

Si alguien nos preguntara cosas como: “¿te gustaría tener dinero?, ¿te gustaría estar saludable?, ¿te gustaría divertirte?, ¿te gustaría descansar?, ¿te gustaría estar con tus seres queridos?, ¿te gustaría trabajar haciendo lo que más te gusta?”, Por separado, seguramente responderíamos afirmativamente a cualquier pregunta de este tipo… pero si nos dijeran: “Solo puedes aspirar a una, elige cual”.

En la práctica difícilmente tendremos todas o por lo menos, las tendremos solo en parte (Life's Tough... o al menos eso nos quieren hacer creer). En mi caso, tal vez de la que estoy mas cerca es de la salud y no es precisamente que me cuide mucho, pero fuera de ello por lo regular ir tras la posibilidad de alcanzar una ha significado tener que renunciar o posponer las demás. Buena parte de mi vida ha sido irme turnando de una en una o de dos en dos, a veces sin alcanzar un nivel satisfactorio de ninguna. Actualmente no tengo del todo ninguna de ellas y no precisamente me siento más cerca de tenerlas todas. ¿Por qué tengo tan poco? ¿Las circunstancias han sido desfavorables? ¿Deseo demasiado? ¿No he sabido como conseguirlo?... Y es ahí donde a veces uno empieza a escuchar o a aplicar críticas en retroactivo, no solo de los demás, sino de uno mismo… a cuestionar si lo que uno ha hecho ha sido lo mejor o si el camino elegido para llegar a nuestra meta fue el mas adecuado, a preguntarse si se ha esforzado uno lo suficiente o si realmente vale la pena aquello que uno considera importante y merece esos esfuerzos y sacrificios que uno ha hecho. Y uno también se pregunta en si así como los demás tienen una visión limitada, tal vez nuestras propias limitaciones nos han obstaculizado el camino ¿Hay algo que estoy ignorando, omitiendo o incluso me resisto a ver?, tal vez algunos sacrificios que hicimos ni siquiera eran necesarios.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Entonces te identificas con el burro, porque de los tres es el único al que le viene valiendo camote lo que digan los demás.

Draco dijo...

Pues en parte, esa sería la tirada, pero lo malo de ser el burro es que de todos modos termina haciendo lo que el ñor y el niño digan...

César JM dijo...

Para quien guste ver las imagenes del libro de primaria donde venía esta lectura pueden pasar a esta dirección:

http://librosdeprimaria80s.blogspot.com/2011/01/el-senor-el-nino-y-el-burro-mi-libro-de.html

Saludos.

Draco dijo...

Ah! que bien. Muchas Gracias!